"La jaula de hielo poco a poco se iba
derritiendo. Aquella canción en que la letra poco tenia que ver iba cubriendo
todo con un manto de pétalos de rosa, frescura y calor se sentían juntos. Las
emociones y sentimientos florecían entre la obscuridad en forma de pequeñas
lagrimas rojas"
De pie frente a su vieja
casa Luna observaba las masetas viejas y abandonadas, recordaba como estas
alguna vez habían sido el hogar de 2 hermosos rosales: uno blanco y uno rojo.
Recordaba la primera rosa de su rosal blanco, era hermosa, había salido cerca
de su cumpleaños, parecía un regalo de la naturaleza por sus I6 años. Su rosal
rojo había tardado mas en retoñar, pero había dado una hermosa rosa roja que
hacia ver pálida la sangre. Luna amaba sus rosales, se imaginaba que cada rosa
blanca era paz y futuro, como una promesa del destino, y las rojas eran amor y
pasión, una promesa de un amor duradero. Ahora sin embargo, a 4 años de esos
sueños, veía las masetas vacías, faltas de vida… ¿en donde habrían quedado esas
promesas y sueños?
Entro a la casa. Era un
día soleado, por lo que todo estaba cubierto por una luz dorada, sin embargo,
dentro todo era color sepia, como viejo y olvidado, polvoriento. Se dirigió a
lo que quedaba de su habitación, al entrar se detuvo “Hablando de rosas” –
pensó. Frente a ella, en su buro se encontraban varias rosas, unas blancas,
otras rojas. Cruzo la habitación tratando de no pisar ningún objeto, lo cual
era difícil, todo se encontraba revuelto en el piso, desde papeles y
fotografías, hasta ropa y zapatos. Se sentó en su cama, tomo la primera de las
rosas y recordó…
A
plena luz de día en una cama de sabanas azules, aquella rosa recorriendo su
cuerpo desnudo, erizando los vellos de su cuerpo, alimentando su deseo hacia el
hombre que la guiaba por los senderos de su pasión…
Se detuvo, era doloroso
pensar en ello, soltó la rosa y tomo la siguiente.
De nuevo una rosa roja:
Una
noche de trova, cerveza y cigarro, un “te amo” al oído, una sonrisa estúpida,
un latido acelerado, amor…
La siguiente rosa, una
blanca:
-
Dijiste
que era lindo recibir una rosa de vez en cuando ¿no?
Sonreía
como una niña pequeña en medio de la multitud que cantaba en aquel bar de rock.
Una rosa blanca, aun más
vieja:
Una
promesa de amor eterno, de un futuro juntos, una rosa que cargaba con el más
puro amor.
Y por ultimo, la ultima
rosa que había recibido:
Una
rosa invernal que irónicamente había derretido su corazón.
Los recuerdos de las
historias de sus rosa la llevaban a diferentes momentos de su vida, unos
hermosos, otros dolorosos. Todas sin embargo llegaban a su corazón. De pronto
todo se volvió gris, viendo por la ventaba Luna observo nubes d lluvia
aproximarse. Maravillada por el cambio de clima, se sentó en el sillón junto a la ventana y contemplo las
formas de las gotas de lluvia cuando estas empezaron a caer en el cristal,
dejando estelas como lagrimas. Luna estaba conmovida, que lluvia tan oportuna que
había llegado con el recuerdo de sus rosas, de sus sueños. El corazón se sentía
extrañamente oprimido, pero no dolía, su alma se encontraba nostálgica pero no
alcanzaba la tristeza. La lluvia tenia ese efecto, la hacia sentirse protegida,
mientras lloviera sabia que no estaría sola, no habría porque temerle a los
demonios que se escondían aun entre los escombros de su vieja vida, de su vieja
casa…
-
Caos al orden, y orden al caos – Susurro
enigmática la voz de Nanael.
. . .
Continuara?