domingo, 4 de marzo de 2012

“Somos lo que decidimos, tenemos lo que queremos o lo que necesitamos, solo pocos afortunados tienen ambos.”


Sabía que se miraba en ese espejo por última vez. Y se sorprendía de lo mucho que el reflejo había cambiado. La niña que había entrado por esa puerta por primera vez, poco tenía que ver con la mujer que ahora salía con mirada de cazador.
Pensaba en ese día, el día que había cruzado la puerta de aquel lugar que la intrigaba tanto. Pero no lograba recordarlo claramente, era como un sueño… como tratar de agarrar un sueño con las manos desnudas. Lo que si recordaba con claridad eran las mariposas en el estomago, la emoción que la asalto al verse invitada a pasar, aunque fuere unos instantes, al mundo de aquel  ángel de hermosos ojos. Recordaba haberse visto a si misma en el espejo de la entrada, entre la penumbra reconoció sus propios ojos llenos de felicidad, iluminando la obscuridad con la luz que irradiaba. Emocionada, feliz, enamorada.
Ese hermoso reflejo… en donde estaba ahora?
Había ido cambiando tanto con el tiempo. De felicidad a enojo, de enojo a amor, de amor a tristeza, de tristeza a felicidad, de felicidad a soledad… Tantos cambios, tantas miradas que costaba recordar todas. Ahora que lo pensaba su imagen a plena luz del día, con los ojos miel claros como nunca, era una de las imágenes mas grabadas que tenia, y también una de las mas tristes.
Pero procuraba no pensar en eso, y el lugar recordaba las miles de veces que vanidosa se había mirado en el espejo, y las otras tantas que no se hallaba sola en aquel reflejo.  Esas imágenes pasajeras, de apenas instantes, en donde su ángel y ella se veían sin mirar el hermoso reflejo que proyectaban…
El nuevo reflejo ahora le mostraba a una mujer que sabia lo que quería y lo que necesitaba, que tenia una mirada triste y cansada, y al mismo tiempo llena de una nueva luz que poco a poco se iba a asomando en el horizonte de su mente. Una cazadora que había decido arriesgar.
Lo único que se mantenía constante, y lo podía sentir, era el estar enamorada. Pero incluso esta energía  había cambiado. No era la misma, era mas fuerte, por lo tanto, mas incomprensible.
Cuanto había cambiado el reflejo… en que momento se volvió tan real?
Sabía lo que tenia que hacer, pero estar segura no era ni remotamente satisfactorio. “Tener la razón duele” y sobre todo la razón propia de lo que necesitamos.
-          Adiós.- le dijo a la mujer del espejo, a la niña de antaño, a las mañanas de verano, a los besos salados.- Adiós mi bello reflejo, cuida de él.
Un último guiño de complicidad, ninguna mirada atrás.